A 25 años de la inmolación davidiana

A 25 años de la inmolación davidiana

Un día como hoy de 1993 en un rancho, en Texas, un grupo de fanáticos murió devorado por el fuego junto a su líder David Koresh.

Secta davidiana

En la historia de la humanidad no han sido pocos los hombres que se han autoproclamado como los “enviados” o los “elegidos”. Investidos, eso sí, de un extraordinario poder de persuasión, consiguieron convencer a los más escépticos de sus “cualidades divinas”. Muchas de esas aventuras terminaron en tragedias. Waco, en Estados Unidos, fue el escenario final de una de estas historias. Allí perdieron la vida 87 miembros de la secta dirigida por Vernon Howell, alias David Koresh.

En un lugar llamado Monte Carmelo, que les sirvió de cuartel, hombres, mujeres y niños murieron carbonizados por un incendio, iniciado por ellos mismos, tras la incursión final de las fuerzas policiales, un 19 de abril de 1993.

“El sitiado cuartel general del fanático líder de la secta religiosa armada, David Koresh, se consumió hoy hasta los cimientos en un incendio provocado por sus seguidores, que puso punto final a 51 días de asedio policial y militar”

En el Perú, por esos días, la opinión pública tenía los ojos puestos en el juicio sobre las desapariciones de La Cantuta, según se puede leer en las ediciones del Decano. Y en el mundo, la capitulación del enclave musulmán de Srebrenica ante los serbios era noticia de primera plana. Sin embargo, por unos días las sociedades peruana e internacional fueron conmocionadas por la dramática e inesperada inmolación de los “davidianos”.

Secta davidiana

 

La crisis de Waco se inició el 28 de febrero, cuando el Departamento de Alcohol, Tabaco y Armas de Fuego “invadió” el territorio de Koresh como parte de una redada, advertidos por denuncias que hablaban de la presencia ilegal de armas.

Desde esa fecha los seguidores del “falso profeta” se atrincheraron en la vieja edificación de madera, negándose reiteradamente a las solicitudes de rendición.

Como parte de su burdo mesianismo, Koresh impuso algunas reglas dentro de su “pequeña sociedad”. Él tenía derecho a poseer a varias mujeres -muchas de ellas casadas-, con la aquiescencia de sus esposos; además había sometido a sus creyentes a una rígida dieta vegetariana y se había arrogado el derecho de castigar con violencia física, incluso a los niños.

Como medida de presión fueron privados de agua, electricidad y alimentos. Entonces Koresh -nacido en 1959 en Texas- amenazó a los agentes del FBI de morir quemados en el “rancho Apocalipsis”, si es que osaban ingresar a sus dominios.

Ante esa posición, Jeffrey Jamar, agente del FBI encargado de la operación, ordenó el asalto al búnker davidiano. La ofensiva policial se inició a las 05:30 de la mañana, cuando un tanque M-728 se desplazó hacia el extremo oeste del complejo.

“El fuego, mostrado en televisión con espectaculares llamas de varios metros de altura, estalló en forma sorpresiva, después de que la policía, al parecer en un dramático cambio de estrategia, puso en aprietos a la secta lanzando tanques contra los edificios para abrir forados y lanzar gases lacrimógenos y granadas lumínicas”, describió el Decano.

David Koresh

Vernon Howell, alias David Koresh, había sostenido muchas veces que era la reencarnación de Jesucristo. (Foto: Agencia)

Los miembros del culto respondieron disparando sus armas de fuego. Según versiones de las autoridades David Koresh dio la orden de un suicidio masivo. Dos agentes de la policía observaron con las miras telescópicas de sus rifles cómo dos fanáticos desataban el incendio al interior del rancho. Por su parte, ocho supervivientes -siete hombres y una mujer- negaron tajantemente que las llamas hubieran sido provocadas desde dentro y que existieran planes para un suicidio colectivo.

En Washington la fiscal general Janet Reno asumió la responsabilidad por la incursión de agentes federales, que presuntamente empujó a Koresh a ordenar la autoeliminación de sus fieles. Reno manifestó a los periodistas que el FBI había actuado de manera profesional y liberó de toda responsabilidad al presidente Bill Clinton.

“Siéntense y esperen hasta ver a Dios“, fue una de las últimas frases de Koresh cuando el fuego ya rodeaba su “reino terrenal”. Quien había sostenido muchas veces que era la reencarnación de Jesucristo, indujo a morir o mató a sus fanáticos; en ambos casos su locura no justifica la desaparición de tantos inocentes. El suceso de Waco representa más que una noticia trágica, es la prueba del poder de las palabras puestas en una mente equivocada.

Koresh fue hallado con un impacto de bala en la cabeza, aunque no se pudo confirmar si se suicidó durante la tragedia o uno de sus colaboradores disparó contra él.